Nos acercamos al 1 de noviembre. En torno a estos días se celebran varias fiestas.
Tradicionalmente, aquí, se celebra el día de todos los Santos, festividad de origen religioso que sirve para recordar a todas aquellas personas que ya no están con nosotros.
En este mundo en el que, cada vez, recibimos más influencias culturales de otros lugares, poco a poco hemos dejado entrar otra fiesta más lúdica de origen anglosajón llamada Halloween, con su truco o trato, disfraces, ir a pedir dulces... Esta fiesta también está relacionada con los difuntos.
Más cerca nuestro, en Cataluña y en algunos pueblos de Aragón, se celebra la Castañada para hacer honor también al otoño.
Por celebrar que no quede. Sin olvidar nuestras tradiciones nunca está mal acercarnos a otras culturas y celebraciones.
Aprovechando estos días voy a proponeros que escuchéis a Camille Saint-Saëns y su «Danza macabra». Es un poema sinfónico en el que se recrea la antigua superstición de la Danza de la Muerte. Es una de las composiciones más populares de su autor.
La obra, estrenada en París el 24 de enero de 1875, describe a la Muerte tocando el violín a medianoche. A su ritmo, los esqueletos bailan alrededor de una tumba. Al amanecer, con el canto del gallo, los muertos vuelven a sus tumbas.
Años más tarde, este compositor creó una pieza titulada el Carnaval de los animales, que constaba de 14 movimientos. El número 9 se titula Fósiles y hace referencia a uno de los temas melódicos de la obra anteriormente mencionada (Danza macabra) y otras canciones populares infantiles como Campanita del lugar. Aquí el protagonista es un instrumento de percusión, ¿sabes cuál es?
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